El cerebro atormentado
se derrama entre nuestros dedos mientras comparten odio, se abrazan, a medio
camino de sus vidas.
No hay error o acierto
en sus (nuestras) acciones para fundirlo con el calor humano y reconstruirlo
mediante amor antes de volver a deshacerlo y sin finalidad determinaran al
final el tono que cobraran los matices del día a día.
No hay obstáculo, no
hay lucha entre los tiempos de nuestra vida.
No hay fantasmas del
pasado.
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