Mi siempre se convirtió
en tu nada antes que nuestro todo fuese incorrectamente eterno.
El problema es que
ahora el “quiero más” y “por qué no pudo ser” van más allá de un abril contigo
entre las sabanas.
El te quiero sin bragas
en mi casa o el 24h no son suficientes, se quedaron en tu sillón con mis sueños
y mis ganas.
El “pensara en mí” y el
“se acordara de…” son un infinito sin bucle mientras que el “estará en línea” o
el “llámame mañana” son un para siempre de mentira.
En definitiva, nada es
para siempre.