Te estoy abrazando más lejos.
Allí donde el invierno del mundo se volvió eterno
por todos los que jugaron y perdieron.
Donde la razón y el corazón separan sus caminos y el
silencio se vuelve abismo.
Entre las cicatrices del pasado y los recuerdos de
nuestra vida, yo te abrazo para calmar esta manía tuya de entregar la piel al
presente y dejar tu alma en el pasado.
Allí donde se pierden las batallas, se ganan
lecciones, se aprende a naufragar y se olvidan rostros con nombre.
Donde el rumbo y el viento rara vez se ponen de
acuerdo y muchos gatos se dejan la vida en los tejados maullando nuestros
nombres.
Entre la piel y los huesos, yo te beso para
escupirte la cara que no me asustas ni me asusta nada de lo que el destino y tú
seáis capaces.
Te estoy abrazando más fuerte, porque no quiero
perderte más lento.
Te estoy deseando más, a pesar de las mareas, a
pesar de los miedos o inseguridades, a pesar de todo el que se interponga en
nuestro mar.
Me dijeron que había un Dios que todo lo veía y que
si no creías en él tenías que creer en algo, y que mejor que creer en mí mismo,
que duele la primera vez que haces el amor, que duele perder y duele doler pero
después del amor duele más, y al final lo primero acaba siendo sobrevivir,
buscando la felicidad con sencillez.
Me dijeron que besaría el polvo y también los pies
de alguien, que aprendería a escupir y a mentir y que me escupirían y me
mentirían y que al final, el príncipe nunca quiere convertirse en rana, también
que los que hablan de más después callan y los que callan son los que tienen algo
para explicar, que las victorias no llenan si nadie las comparte contigo y las
derrotas, saben dulces si compartes el colchón.
Me dijeron que el frio tiene más que ver con la
distancia que con diciembre, y que la distancia es esto que pasa entre dos
personas cuando se miran y ya no se ven, pero que también puedes fundirte de
calor en pleno invierno; que crecer depende de lo que aprendas con los golpes,
que de una piel sin cicatrices no te tienes que fiar y que la magnitud de tu
valía se mide por las huellas que vas dejando en otras vidas…
Que estas vidas, y tú mismo se mueven por el
inesperado, nunca por los pactos, y que a veces cuando pierdes ganas el doble y
cuando ganas pierdes la mitad.
En todo tenían razón, pero lo que nadie me explicó
es que cansado de buscar la puerta de salida, cansado de esperar el amanecer
que no llegaba nunca, me concedería el capricho de descansar contigo, el que me
elevaría hasta el cielo para concederme un baile con la vida.
Debe ser porque eres la única persona que tiene alas
y esto tampoco lo sabían.