martes, 3 de septiembre de 2013

Pirata

Buenos días a todos, es Septiembre y empiezo una nueva etapa de textos. Espero que os gusten tanto como os han gustado los videos durante el verano.
Este texto refleja mucho lo que soy yo: Una pirata. Guerrera pero tambien sentimental.
 Sino habéis visto los videos durante el verano, debido a que much@s según me habéis dicho estabais de vacaciones y no os habéis conectado, podeis buscarlos por mi blog y los encontrareis, son las ultimas entradas, no tienen perdida…jeje.
 Os quiero. Gracias por leerme, verme y disfrutar de mi trabajo.

 Hoy os voy a contar la historia de una niña que desde pequeña jugó a ser pirata. Decía vivir bajo sus propias leyes, creía no pertenecer a nada ni a nadie: su única patria eran sus ideales. Luchó desde muy temprano por hace oír su voz por encima de los prejuicios que tenían los demás porque era "una niña". Y a pesar de que pocos la escucharon dijo grandes verdades; grandes verdades que solo una mente con sueños sin fecha de caducidad se atrevió a decir.
     Los años pasaron y ella siguió con la misma mentalidad: nunca niña, nunca adulta. Pero el tiempo le hizo darse cuenta de que no todos veían la magia que sus ojos encontraban en cualquier esquina. Varios choques y caídas le hicieron cubrirse bajo ropa oscura, música agresiva y una mirada hostil. Pero, como ya he dicho, nunca cambió realmente. Llevar tantas personalidades dentro la agotaron. Desconfiaba de todo y todos: nadie podía ver lo que ella veía, nadie la entendería nunca. La presión de las opiniones ajenas y del juicio moral que tenía lugar en su interior a diario la llevaron a herirse a sí misma. Lo ocultó, como había ocultado todo toda su vida.
      El día que descubrieron lo que se estaba haciendo en el antebrazo la etiquetaron de loca. Nuestra ya no tan pequeña pirata se sintió rodeada y atacada, ya no tenía derecho a hacer lo que quería con su propio cuerpo. Muchos más problemas tuvieron en esa época y fue entonces cuando se dio cuenta de que, si quería vivir según sus leyes, tenía que ser en secreto. Para variar. Fue por todo esto (y por no preocupar a los demás, aunque eso nunca lo admitió) por lo que decidió ser normal. O por lo menos, parecerlo. Miles de falsas sonrisas inundaron su vida. Esto pareció suficiente para que pensaran que su "mala racha" se había terminado. Perfecto.
     Por supuesto todo siguió como siempre, solo se limitó a disfrazar a la dolida y rencorosa pirata de dulce y feliz princesa. Contó que le habían ayudado a "volver a ser ella misma", que la "habían salvado". Mentira. ¿Se puede salvar a quien no quiere ser rescatado? Siguió haciéndose daño, pero la experiencia le ayudó a ser más cuidadosa. No le he perdido la pista, sé que continúa, aunque a veces consigue alejarse de ese maldito afilador durante unos días gracias a otras evasiones que, al final, parecen no ser suficiente.

     Es una chica a la que le gustaría que esta historia muriera con ella pero no creo que sea justo. En mi opinión, toda su agonía, todo su sufrimiento, todas sus lágrimas y todas sus cicatrices merecen ser plasmadas en algún lugar para que perdure. Cada segundo de su lucha merece ser recordada, porque nuestra pirata nunca consiguió ganar porque no sabía qué era lo que quería de recompensa.