No existe ese maravilloso botón de pausa del que todos
hablan.
No puedo decidir parar las cosas cuando a mí me dé la gana.
Puedo tomármelo con calma, pensarlo y analizarlo, pero el
mando a distancia universal sólo es para la televisión.
No puedo evitar darle vueltas a mis sueños de esta noche en
mi cabeza, ni dejar de pensar en el "¿y si hubiera hecho otra cosa en ese
momento?".
Muchas veces al día se me pasa por la mente la idea de
abandonar y empezar de nuevo, pero ese ya es un truco que he utilizado
demasiado.
Puedo inventarme personajes, vidas, sentimientos, puedo
intentar que parezcan reales, para creérmelos y que se los crean.
Los cuentos de hadas,
con ponys, unicornios, purpurina y florecitas son geniales, pero vivir todo el
tiempo en ellos es completamente imposible.
Sólo quiero dormir, soñar algo nuevo, y despertarme sabiendo
responder por lo menos a una de mis preguntas.
Porque yo sola no me
siento capaz.
Hay días en los que casi no me tengo en pie.
Y, sinceramente, no
se si podré aguantar también el peso de tu bienestar sobre mí.
No sé si juntos podremos.
Por ahora, me queda
creer en ello.