Su respiración se iba cortando, sentía temblor en
todo el cuerpo, y ese día tenia alborotado ese sinsabor que deja la sensación
de vacío ante la gris expectativa de un futuro.
Pasaban mil y una cosas en su mente, chocándose unas
con otras, sentía ese cosquilleo en el cuerpo, sudor frio rondando por su
frente, lágrimas en los ojos que tienen gran dificultad para salir, y cierto
aroma en el aire, de desespero, de agonías.
La vida se vuelve aún más miserable cuando las
decisiones sobre el camino que ella debía recorrer eran decidido y moldeado por
otros.
Agonizando estaba, entre las nubes grises de ese
día, agonizaba, divagando en sus propios imaginarios, en los que pretendía
deducir los imaginarios de esos otros.
Deducciones que la atormentaban, eran más y más
agonías.
Ir caminando en círculos, o más bien patinando con
patines con ruedas viejas, desgastadas e incompletas, a eso se resumía su vida:
agonías.