lunes, 15 de febrero de 2016

CULTURA FEMENINA

La cultura no se reduce a que una nación tenga un número determinado de bailes populares, comidas tradicionales, costumbres, bandera e idioma.

La cultura también asigna un determinado comportamiento a los integrantes del país que subyace.

La cultura está en nuestros cuerpos y en nuestros géneros. Que los hombres sean los que violan, y a su vez los defendidos, no es una mera casualidad.

Tampoco es naturaleza. Ningún hombre nace con el instinto de agredir sexualmente a una mujer, eso no se aprende a través de la cultura.

Los hombres deben ser fuertes, feroces, varoniles, los que nunca lloren, los que piensan, la voz y la cabeza.

Las mujeres, en nuestra cultura, deben seguir unos patrones que nuestra presencia no resulte excesivamente tormentosa.

Debemos ser finas, en todos los sentidos, pero con unas buenas tetas, porque si son pequeñas “pueden asemejarse más al aspecto de un hombre”.

Delicadas, como recién nacidas.

Por supuesto, hay que hacer referencia a como han eliminado lo escatológico del cuerpo femenino.

Las mujeres nacemos con el láser hecho y con un frasco de colonia bajo el brazo.

Que no sepan que cagas, que eructas como todo ser que beba cerveza y por favor, ni se te ocurra tener pelos en los brazos.

No resultarías cómoda en una sociedad que te quiere deshumanizada, es más fácil despreciar e ignorar algo que se tiene concebido como una cosa –de ahí a que el ser humano vea normal comerse otros mamíferos-.

La regla existe, pero que no te vean manchado el pantalón de sangre. No queda bonito.

Y nosotras, tenemos que ser las guapas.