Las mentiras pudren una verdad.
Si a una verdad la añades mentiras, se convertirá en una
mentira completa.
Pero si a las mentiras se las va añadiendo verdades, hay dos
posibilidades.
Que se conviertan en las verdades que realmente son, que
desveles los secretos de las palabras; o que, por el contrario, nunca puedas
dejar de mentir, porque tu vida entera encierra una gran mentira, un gran
secreto.
Como siempre, sólo tú eliges.
Pero eso no significa que no te influencien.
Puedes intentar engañar a los demás, pero si no te crees tus
mentiras, no servirá de nada.
Y siempre existe la tercera opción.
En este caso, lo neutro, la valentía.
Tras ser valientes,
toda la realidad te golpea.
Y, si has hecho bien las cosas, llegará la calma y tras
ella, la recompensa.
Tal vez tarde en llegar, tal vez te desespere la espera, te
corrompa la locura y te pierdas en la luz, pero la recompensa llega.
Aunque es diferente
para cada uno...