Era una chica demente, borracha de sus propios
sentimientos.
Tenía un tercer ojo en la nuca. Paranoica, le
decían.
Ella notaba todas las miradas.
Todos la querían, la querían sola, pero luego la
abrazaban, mientras lucían la mejor sonrisa de Joker.
Pero ella era muy lista, ¿o no?
Llegaba por la madrugada, le gustaba pasear por la
oscuridad, ese era el momento justo donde sus pupilas no hablaban, solo se
dilataban.
Esta historia tiene un punto y coma, porque como la
niebla desapareció.
¿Alguien la echo de menos? Sería bonito decir que
sí, pero realmente no, nadie nunca paro a conocerla, nadie sabía a qué o quién
estaba echando de menos o más.
Ahora se la puede encontrar rondando en cualquier
lugar donde haya un mini bar.
O entre cadenas, donde ella misma se consumía.
Porque algo tenía claro, que si moría iba ser por
ella, no por nadie.