A base de hostias ella se reformó, pasó de llamarse
Lidia a llamarse guapa, de la ropa holgada paso a esos vestidos que tanto le
favorecían, y empezó a bailar cuando una canción se lo pedía.
Y la sentía, pentagrama a pentagrama, olvidando el porqué
de cualquier cosa.
Lo veía mirándola, lo pillaba mirando conversaciones
con ella, las antiguas, donde él la insultaba y amenazaba.
Lo pillaba pidiéndole perdón bajo su ventana, y
ella, feliz, se reía de su cara follandose al que le daba la gana.
Y creció su amor por ella misma, y bajo por él, al
fin reconoció, que quererse, joder es
mejor que cualquier polvo mañanero, que cualquier canción, que cualquier chico,
y sobretodo, que cualquier otra emoción.
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